lunes, 21 de febrero de 2011

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Dime
que
eres


real . . .



Dime


que no

eres

un sueño . . .

Puzzles, sacos...



Puedes pasarte la vida escondiéndote de tus miedos y de todos tu deseos, mas no dudes que ellos te encontrarán siempre.
Cuando quieres algo, haces lo imposible por conseguirlo, cuando deseas que eso que quieres también te quiera a ti, ya sea un hámster, un libro, una persona, deseas que todo esté en perfecto estado, que todo encaje según tus sentimientos, que todo sea un puzzle de cuatro piezas muy lógicas y fáciles.
A veces te encuentras con que cada pieza de ese puzzle tiene otras cuatro más, y esas cuatro, cada una, otras cuatro más... y así sucesivamente.
Podemos pensar que visto desde lejos es una única pieza entera que forma un paisaje muy bonito.
Bien, después de explicar esta metáfora, apliquémosla a la vida real. El puzzle es tu vida, son tus momentos, tus deseos, tus objetivos, tus metas, tus logros, tus errores. Todos los vas formando tú mediante las piezas que encuentras en tu cabeza, buscas que encajen para poder formar una armonía en tu vida.
A veces por más que buscas una que encaje con la otra parte del gorro rojo de la señora de larga melena rubia, no la encuentras, sabes cómo es aunque no la hayas visto nunca, pero sólo habrá otra mitad como esa.
Muchas veces, sabes cuáles son las respuestas a tu vida, tus acciones e incluso tus problemas, pero no lo encuentras dentro de tu cabeza.
Tu interior se mueve constantemente, divaga sin parar, recorriéndo todas las partes de tu cuerpo. El amor, se siente hasta en las yemas de los dedos. La rabia, hasta en los dientes. Y el placer, te eriza todo tu cuerpo dejando la piel de gallina, provocándote un escalofrío que estremece cada recoveco de tu organismo.
Cada uno tiene una profundidad. Cada uno tiene un tope. A veces el interior se une con la profundidad. Es como un saco de arena. En el saco caben 3 kg de arena, si tú metes 2 kg de Arena cabrá a la perfección, y de hecho, sobrará un espacio equivalente a 1 kg. Si tú intentas meter 4 kg, la arena desbordará, y muchos granitos se perderán. No porque el saco no quiera tener 4 kg, si no porque no puede.
Por desgracia o fortuna, (según lo mires) la profundidad del ser humano a veces llega a ser infinita, pero la sensación sigue siendo agobiante cuando hay mucho interior.
Esa sensación de sentirte llena. Pero no "completa", ni tampoco "realizada". Es un relleno incómodo, porque no controlas el orden ahí dentro. Todo está desordenado, nada va donde tiene que ir. Entonces tu interior desorienta a los sentimientos. Los sentimientos se descolocan y mandan al cerebro todos los estímulos correspondiente que recibe del interior, por lo tanto... tendrás ganas de llorar de emoción, rabia, tristeza... tendrás ganas de gritar de rabia, de emoción, de tristeza... y tendrás ganas de reír y sonreír. Pero también tendrás ganas de no hacer ninguna de esas cosas. Sólo... "estar", "ser". Que algo sea como tenga que ser. Que no haya una calificación exacta para las cosas. La rabia no es mala. Simplemente es. ¿Quién decide que la rabia es mala?.


Simplemente hay veces en las que de tanto agobio, sufres, y al sufrir buscas un camino para no hacerlo, y al buscar encuentras piezas por el camino de tu vida que se te han caído de el saco de arena, y al encontrar la pieza del sombrero que te faltaba, terminas una zona del puzzle en la que se aprecia claramente qué es lo que hay dibujado en ella. Y al terminar una parte del puzzle, te vas acercando al tema del que trata el dibujo del puzzle, haciendo que tus sentimientos poco a poco se organicen más. Y tú lentamente y con paciencia te vas vaciando de tanta ponzoña inservible.


Un día cualquiera, a las 3:15 de la mañana, la persona que necesita escribir para liberarse.
Querida almohada, te debo mis desiciones.

lunes, 16 de agosto de 2010

Aquel maravilloso problema. Capítulo 3, todo encaja.


Esa noche no hablé con él, pero porque él no apareció ni por el Messenger ni por el Tuenti, no me preocupé porque el día había sido tan perfecto que nada podría quitarme la felicidad, ni siquiera él mismo.


Amanecí con rayos de sol golpeando mi cara, hacía un día espléndido, me sentía como si aquellas acciones de levantarse, vestirse, cepillarse los dientes, desayunar y despedirse de tu familia al dirigirte al mismo sitio todos los días fuesen diferentes, que todo tuviese más sentido, como si mis ganas aumentasen al hacer aquello que odiaba.

De nuevo vi a Manu y me entró otra sensación de traición y mala amiga, pero a la vez me daba completamente igual.

-Buenos días, Fanny.- me dedicó su bonita sonrisa que se me hace necesaria cada día.

-Buenos días, Manu.- le respondí con otra sonrisa.

-Oye, Fanny, por alguna remota casualidad... ¿Has hablado con Adri?, es que ayer os vi en dirección al Burguer y pensaba que habíais quedado para... en fin... Ya sabes..- Sus ojos se encharcaban de dolor.

Me sentía tan mal, realmente sí que había algo que me arruinaría la felicidad, y ese era mi mejor amigo.

-Esto... sí, hablamos de ti y esas cosas...- Mentí.

-¿En serio?.- Sus ojos se encharcaron de nuevo pero con un brillo diferente. Abrió intencionadamente los ojos de manera exagerada moviendo hacia él los dedos de su mano derecha que estaba apoyada en el respaldo de la silla verde, con intención de que le contase qué era lo que supuestamente habíamos hablado.

-Sí, bueno... Dice que está muy dolido... y... que es muy complicado todo esto, que no quiere agobiarse, y que seguramente se arreglará...- Jugaba con fuego.

-¿Qué?, me estás diciendo entonces... que él quiere arreglarlo...- dejó la pregunta en el aire.

-Bueno, yo cre...

-¡¡¡¡TOMA YA!!!!.- Su grito cortó mi frase de metedura de pata.

No conseguí advertirle de que podría estar equivocado, pues llegó el profesor de ética, Juan, que se dedicaba a leer y sólo leer el libro.


Al finalizar las clases, sentí como si algo me estuviese esperando ahí fuera, como si yo tuviese que salir para algo, como si a esta hora tuviese algo importante que hacer.

Lo descubrí cuando salí, de nuevo estaba él, mirándome, con las comisuras más altas que el everest. Me acerqué a paso lento pero lo suficiente para llegar en menos de que alguien pudiese darse cuenta de mi nerviosismo y el temblor de piernas.

-Hola.- Le saludé. Mientras disfrutaba su mirada clavada en la mía apretaba fuertemente la carpeta de color café que sostenía en mi pecho con las dos manos cruzadas.

-¿Todo bien?.- Me enseñó sus dientes perfectos.

-Claro, ¿qué haces aquí, otra vez?.- Mi voz sonó vergonzosa.

-He pensado que podríamos dar una vuelta.- De nuevo su sonrisa.

Mi mirada se desvió de sus ojos cuando vi a Manu haciéndome señas con el brazo, no conseguía desfrizar qué quería decirme, pero fuese lo que fuese tenía que darle una respuesta negativa porque se estaba acercando. Demasiado tarde, no me dio tiempo.

-Buenas...- Dijo Manu con miedo.

Adri no apartó su mirada de mí.

-Hola Manu, estábamos apunto de ir a darnos una vuelta...- Dije con ánimo de que se percatase de que tenía que irse de aquel embrollo.

-Un momento, por favor, me gustaría decirle algo a Adri...- Le dirigió la mirada a la vez que Adri apartó la suya de mí para prestarle atención.

-Rápido, que no quiero perder el tiempo.- Respondió Adri por encima del hombro.

-Verás, yo sé que ya habéis hablado de mí, y que tú ya le has dicho a ella que estás agobiado, y que aunque seguro que se arregla pues que ahora no quieres nada y... y... bueno, sólo quería decirte... Que por favor que me perdones que fue un malentendido... y...

-Espera, espera, espera, un momento, ¿que yo he dicho qué?.- Adri le cortó con su indignación.

-Pues eso, que tú lo quieres arreglar... Pero que te agob...

-¿Que yo qué?, perdona, ¿quién te ha dicho esa sarta de mentiras?.- Ambos se encontraban en un estado anímico un tanto horrible.

Entonces vi qué monstruo había creado con mis ilusiones y mi amor ciego.

-Ha sido Fanny, ella me ha dicho que llevais hablando toda la semana porque me estaba ayudando contigo... Le he dich...

-¿Quéeee?.- De nuevo le cortó, dirigiéndose esta vez hacia mí, sus ojos se componían de ira y dolor.

-Esto... yo... yo no..

-¿A caso me has mentido, Fanny?.- Manu también dirigió su mirada hacia mí, y sus ojos comenzaron a encharcarse de sufrimiento.

-Claro, claro que te ha mentido, nos ha mentido a los dos. O sea que todo lo que sentíamos, esas risas que hemos compartido era todo mentira, solo pretendías coger confianza para luego intentar comerme el coco, es eso, ¿no?.- Sus palabras me sonaban como mil agujas en el corazón.

-No, para nada... yo..

-Entonces, todo lo que me has dicho era mentira... Tú no...- Se quedó sin palabras.

-¡¡NO!!, Para nada... Yo... Esque yo... Quería ayudarte... Pero Adri me dijo que no quería hablar de ti... Y a mí... Pues Adri... Me atrae, me atrae como si de un imán se tratase... Le necesito para que mi vida sea menos monótona, y creía que todo se arreglaría más adelante, y que no era necesario hablar el uno del otro y... sólo quería disfrutar de tu compañía... yo... Siento haberos mentido...- Mis ojos se inundaron de lágrimas llenas de dolor.

-Ya, claro, ¿y por qué he de creerte yo ahora?, venga ya, eres como todas.- Todo me sonó como si me estuviesen aplastando el pecho.

-Increíble, Fanny, gracias por nada.- Manu se dio la vuelta y se fue.

- Te juro que empezaba a sentir algo, pero ya veo que todo lo que sentía era por alguien... como tú.- La misma acción de Manu, la repitío Adri.

Me quedé clavada en el suelo, mirando hacia la dirección en la que caían mis lágrimas. No podía creer que fuese todo tan fácil de perder.

domingo, 1 de agosto de 2010

Hey, no es justo.


¿Crees que es justo que me robes así el corazón?, sin consultarme, sin avisarme, sin dejarme ni siquiera una nota. Aunque... pensándolo bien, gracias a eso, estoy tan enamorada, ¿no?.

viernes, 30 de julio de 2010

Aquel maravilloso problema. Capítulo 2. Sensaciones.


Derrepente sentí consciencia en mi organismo. No necesitaba abrir los ojos para saber que ya era de día, pues notaba los rayos de sol sobre mis párpados. Cuando me levanté de la cama, hice lo que todas las mañanas hacía, la dichosa monotonía.

Llegué al instituto, notaba una angustia en el pecho, como si hubiese venido a las clases sin una tarea importante hecha.

Durante el recorrido de la entrada hasta el aula de Tecnología anduve comiéndome el coco.

Me senté al final de la clase aún preocupada y pensativa, desquiciada cada vez más.


Me encontraba recta sobre una tabla de madera que me sostenía el cuerpo entero incluyendo mi sopesada angustia.


-¿Fanny?, ¿estás bien?.- Su voz sonó como un tambor de 4 kilómetros de longitud sobre mi pequeño tímpano.

Pegué un salto de la silla, alcé la vista y derrepente me encontré en una habitación llena de recuerdos, y un gran favor que me pidió mi mejor amigo, ah, me olvidaba de la sua conciencia de mierda que empezaba a tocarme las narices.

-¿Eh?, esto... ¡Síi!, que.... ¿qué tal?.- Mi voz sonaba remotamente R-I-D-Í-C-U-L-A.

-Por qué estás tan... ¿nerviosa?.- me pilló.

-¿Yo?, no, estoy normal.- Me fui serenando a lo largo de mi sentido del ridículo.


No sabía qué decirle, cómo decirle que me he enamorado desde hace meses de su mejor amigo y casi "hermano" y que no podía ayudarle porque... porque el hecho de "tenerle lejos de él" hacía que tuviese una manera de meterme la verguenza y acercarme a lo que es el prototipo de mi felicidad. Mi conciencia me gritaba desde dentro: "¡Díselo, díselo, que ha confiado en ti maldita embustera!".

-Espera, Fanny... Tú estás así porque no has hablado con Adrián, ¿me equivoco?.- Su rostro se volvió apagado.

-No... Bueno, hablar.. sí he hablado, pero... Esque intento ir poco a poco, porque si no él ya sabrá por dónde voy y....- Hasta yo misma dejé de escucharme cuando comencé esa sarta de excusas baratas, aunque... eficaces.

-Bueno, tú verás, pero me gustaría volver ha saber algo de él antes de morirme.- Me molestó su sarcasmo.


Al finalizar las clases, que eran como un día normal, cambiando un poco mi angustia procedente del dichoso enamoramiento provocado por un "maldito" problema, aunque para mí era maravilloso, en la salida, mis ojos buscaban el aire libre, la brisa del medio día, el olor a lentejas recién hechas, la hora de irse a casa y olvidarse de angustias y sobretodo... Hablar con él.

A pesar de eso, bajé las escaleras de la entrada mirando al suelo, (normalmente soy muy torpe),y cuando me posicioné alcé la vista al frente para tomar el autobús que me llevaba a mi casa, pero algo se interpuso en mi visión, algo que relucía entre los demás, algo que tenía ojos, preciosos ojos verdes del color del océano, boca, una preciosa con labios carnosos y rosados, una cara casi perfecta.

Mi corazón dio un vuelco rápido y doloroso, pero a la vez gratificante. Mis pies no se movían, se quedaron pegados contra el asfalto. Clavé mis ojos en él, y veía como se acercaba a mí mientras hacía un gesto de saludo. Eso me alarmó y miré hacia atrás por si se lo decía a otra persona, pero todas aquellas personas que estaban detrás mía no le conocían, o eso quería creer.

A medida que avanzaba un paso mi corazón latía más y más fuerte, agarré fuertemente el libro de fantasía que me estaba leyendo, podía sentir el filo de la pasta sobre mis dedos casi haciéndome daño, pero me importaba más mantenerme en pie a poder ser después de que le tuviese a 1 kilómetro de distancia. Notaba mi cara ardiente, mis mofletes me daban calor a las sienes provocándome dolor de cabeza. Finalemente, se paró delante de mí con un gesto de alegría en la cara, y pronunció bellas palabras a mis oídos.

-Hola, Fanny.- Sus labios prolongaban una preciosa sonrisa que hacía relucir sus dientes perfectos.

No podía articular palabra, aquella actitud me estaba resultando de nuevo patética, y pensaba en mis adentros: "Fanny, le tienes delante tuya, a saber para qué, al menos pregúntale". Y así hice, de manera estúpida, pero por lo menos lo hice.

-Esto... Ho- Hola.. ¿buscas a Manu? porque si es eso te pued...- Me cortó con un dedo posado en mis labios calientes que cambiaron de temperatura cuando él los tocó.

-Vengo a por ti, ¿tienes una dieta que seguir?.- Preguntó con la sonrisa anterior fija.

-¿Qué?, no, yo no sigo esas chorradas..- Mi calma se notó sastisfactoriamente.

-¿Te vienes a comer al Mac'Donals, conmigo?.

¿¡¡¡¡QUÉ!!!!?, ¿ACASO SE ESTABA RUBORIZANDO?, esas mejillas sonrosadas y la mirada perdida me sonaban a mis amigas cuando piden condones a la farmacéutica.

-¿Fanny?, si no quieres lo entiendo, nos empezamos a conocer ayer y..- Le corté, esta vez yo con dos dedos sobre sus labios. El contacto con su piel creó una oleada de calidez sobre mi columna vertebral.

-Sí, vayamos, que tengo mucha hambre.- Le respondí a su sonrisa.


Durante el camino mi sonrisa no se quitaba de mi cara, mi corazón no dejaba de acariciarme, la conciencia no me llamaba a gritos y notaba plenitud constante.

Durante la comida igual, me sorprendió varias veces con anécdotas de él mismo.

Cuando él hablaba, todo mi mundo se paraba, todas las personas se callaban, y la habitación se reducía a cuatro paredes cercanas a nuestros cuerpos. No quería irme, no quería vaciar la plenitud.

La despedida fue más fácil de lo que creía.

-Fanny, encantado de conocerte, eres muy divertida.- De nuevo me deslumbró con su sonrisa.

-Igualmente, a mí siempre me has...- Paré en seco cuando me di cuenta de lo que estaba diciendo.

-¿Sí?.- Su paciencia me agobió.

-¡¡Que siempre me han hablado de ti!!.- Sonó tan a "excusa de meter la pata".

-Ah, bueno, supongo. Bueno, descansa, Fanny.- Sus labios enrojecidos por el frío rozaron mis mejillas calientes mientras que poco a poco apretaba para formar el beso.

De nuevo la oleada de calidez recorrió esta vez todo mi cuerpo, de tal manera que me surgió un escalofrío. Le ví alejarse entre los árboles, y yo decidí moverme despacio, intentando asimilar el milagro en el que me habían colocado casi de manera intencionada en él. Mi mente recordó que estaría en esa sarta de mensajería instantánea llamada Messenger y Tuenti y podría volver a sentir una plenitud aunque fuese momentánea.

Aquel día, no lo consideré como uno de mis días "monótonos".

lunes, 26 de julio de 2010

No.


No me imagino una vida sin ti, no quieras que me sienta orgullosa de discutir, porque te aseguro que no, lo paso mal, horriblemente mal, a veces siento que me falta el aire. Te necesito. Y lo último que deseo es perderte. Tengo pánico. Y nadie mas que tú puede aliviarme. Que ¿por qué?, porque realmente te amo. ¿Que no sabes porque me muero sin ti?, ¡PORQUE TE AMO!

Déjame respirar.


Hoy, voy a confesarte...

Que invades toda mi mente haciendo estremecer todo estímulo procedente del maravilloso corazón, ese que está acompañado de tu cariño, tu calor, y tus preciosas promesas...

Debo confesarte que te amo.

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