viernes, 30 de julio de 2010

Aquel maravilloso problema. Capítulo 2. Sensaciones.


Derrepente sentí consciencia en mi organismo. No necesitaba abrir los ojos para saber que ya era de día, pues notaba los rayos de sol sobre mis párpados. Cuando me levanté de la cama, hice lo que todas las mañanas hacía, la dichosa monotonía.

Llegué al instituto, notaba una angustia en el pecho, como si hubiese venido a las clases sin una tarea importante hecha.

Durante el recorrido de la entrada hasta el aula de Tecnología anduve comiéndome el coco.

Me senté al final de la clase aún preocupada y pensativa, desquiciada cada vez más.


Me encontraba recta sobre una tabla de madera que me sostenía el cuerpo entero incluyendo mi sopesada angustia.


-¿Fanny?, ¿estás bien?.- Su voz sonó como un tambor de 4 kilómetros de longitud sobre mi pequeño tímpano.

Pegué un salto de la silla, alcé la vista y derrepente me encontré en una habitación llena de recuerdos, y un gran favor que me pidió mi mejor amigo, ah, me olvidaba de la sua conciencia de mierda que empezaba a tocarme las narices.

-¿Eh?, esto... ¡Síi!, que.... ¿qué tal?.- Mi voz sonaba remotamente R-I-D-Í-C-U-L-A.

-Por qué estás tan... ¿nerviosa?.- me pilló.

-¿Yo?, no, estoy normal.- Me fui serenando a lo largo de mi sentido del ridículo.


No sabía qué decirle, cómo decirle que me he enamorado desde hace meses de su mejor amigo y casi "hermano" y que no podía ayudarle porque... porque el hecho de "tenerle lejos de él" hacía que tuviese una manera de meterme la verguenza y acercarme a lo que es el prototipo de mi felicidad. Mi conciencia me gritaba desde dentro: "¡Díselo, díselo, que ha confiado en ti maldita embustera!".

-Espera, Fanny... Tú estás así porque no has hablado con Adrián, ¿me equivoco?.- Su rostro se volvió apagado.

-No... Bueno, hablar.. sí he hablado, pero... Esque intento ir poco a poco, porque si no él ya sabrá por dónde voy y....- Hasta yo misma dejé de escucharme cuando comencé esa sarta de excusas baratas, aunque... eficaces.

-Bueno, tú verás, pero me gustaría volver ha saber algo de él antes de morirme.- Me molestó su sarcasmo.


Al finalizar las clases, que eran como un día normal, cambiando un poco mi angustia procedente del dichoso enamoramiento provocado por un "maldito" problema, aunque para mí era maravilloso, en la salida, mis ojos buscaban el aire libre, la brisa del medio día, el olor a lentejas recién hechas, la hora de irse a casa y olvidarse de angustias y sobretodo... Hablar con él.

A pesar de eso, bajé las escaleras de la entrada mirando al suelo, (normalmente soy muy torpe),y cuando me posicioné alcé la vista al frente para tomar el autobús que me llevaba a mi casa, pero algo se interpuso en mi visión, algo que relucía entre los demás, algo que tenía ojos, preciosos ojos verdes del color del océano, boca, una preciosa con labios carnosos y rosados, una cara casi perfecta.

Mi corazón dio un vuelco rápido y doloroso, pero a la vez gratificante. Mis pies no se movían, se quedaron pegados contra el asfalto. Clavé mis ojos en él, y veía como se acercaba a mí mientras hacía un gesto de saludo. Eso me alarmó y miré hacia atrás por si se lo decía a otra persona, pero todas aquellas personas que estaban detrás mía no le conocían, o eso quería creer.

A medida que avanzaba un paso mi corazón latía más y más fuerte, agarré fuertemente el libro de fantasía que me estaba leyendo, podía sentir el filo de la pasta sobre mis dedos casi haciéndome daño, pero me importaba más mantenerme en pie a poder ser después de que le tuviese a 1 kilómetro de distancia. Notaba mi cara ardiente, mis mofletes me daban calor a las sienes provocándome dolor de cabeza. Finalemente, se paró delante de mí con un gesto de alegría en la cara, y pronunció bellas palabras a mis oídos.

-Hola, Fanny.- Sus labios prolongaban una preciosa sonrisa que hacía relucir sus dientes perfectos.

No podía articular palabra, aquella actitud me estaba resultando de nuevo patética, y pensaba en mis adentros: "Fanny, le tienes delante tuya, a saber para qué, al menos pregúntale". Y así hice, de manera estúpida, pero por lo menos lo hice.

-Esto... Ho- Hola.. ¿buscas a Manu? porque si es eso te pued...- Me cortó con un dedo posado en mis labios calientes que cambiaron de temperatura cuando él los tocó.

-Vengo a por ti, ¿tienes una dieta que seguir?.- Preguntó con la sonrisa anterior fija.

-¿Qué?, no, yo no sigo esas chorradas..- Mi calma se notó sastisfactoriamente.

-¿Te vienes a comer al Mac'Donals, conmigo?.

¿¡¡¡¡QUÉ!!!!?, ¿ACASO SE ESTABA RUBORIZANDO?, esas mejillas sonrosadas y la mirada perdida me sonaban a mis amigas cuando piden condones a la farmacéutica.

-¿Fanny?, si no quieres lo entiendo, nos empezamos a conocer ayer y..- Le corté, esta vez yo con dos dedos sobre sus labios. El contacto con su piel creó una oleada de calidez sobre mi columna vertebral.

-Sí, vayamos, que tengo mucha hambre.- Le respondí a su sonrisa.


Durante el camino mi sonrisa no se quitaba de mi cara, mi corazón no dejaba de acariciarme, la conciencia no me llamaba a gritos y notaba plenitud constante.

Durante la comida igual, me sorprendió varias veces con anécdotas de él mismo.

Cuando él hablaba, todo mi mundo se paraba, todas las personas se callaban, y la habitación se reducía a cuatro paredes cercanas a nuestros cuerpos. No quería irme, no quería vaciar la plenitud.

La despedida fue más fácil de lo que creía.

-Fanny, encantado de conocerte, eres muy divertida.- De nuevo me deslumbró con su sonrisa.

-Igualmente, a mí siempre me has...- Paré en seco cuando me di cuenta de lo que estaba diciendo.

-¿Sí?.- Su paciencia me agobió.

-¡¡Que siempre me han hablado de ti!!.- Sonó tan a "excusa de meter la pata".

-Ah, bueno, supongo. Bueno, descansa, Fanny.- Sus labios enrojecidos por el frío rozaron mis mejillas calientes mientras que poco a poco apretaba para formar el beso.

De nuevo la oleada de calidez recorrió esta vez todo mi cuerpo, de tal manera que me surgió un escalofrío. Le ví alejarse entre los árboles, y yo decidí moverme despacio, intentando asimilar el milagro en el que me habían colocado casi de manera intencionada en él. Mi mente recordó que estaría en esa sarta de mensajería instantánea llamada Messenger y Tuenti y podría volver a sentir una plenitud aunque fuese momentánea.

Aquel día, no lo consideré como uno de mis días "monótonos".

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. vaya!
    me encanta este blog y he visto que me sigues,asi que me he pasado y lo he leido todo.
    Te sigo(:

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