sábado, 24 de julio de 2010

Aquel maravilloso problema. Capítulo 1. Monotonía.

La última vez que tuve que tomar una decisión, y que se consideraba como "dura" era elegir entre un vestido blanco roto y blanco hueso, y nada se asemejaba en absoluto a mi decisión actual.
Me invadió un picor insoportable y lo notaba extendiéndose a lo largo de mi muslo izquierdo. Sabía que era una maldita mosca. zarandeé bruscamente la pierna para intentar arrebatarle su felicidad de posarse sobre mi piel. Logré calmar el picor. Aún mantenía los ojos cerrados, estaban completamente pegados. Sonó el despertador de mi móvil con una música horrible y realmente asustadiza, había sido mi hermana otra vez que me cambió el politono.
No tardé mucho en levantarme de la cama y abrir lentamente los ojos, encajar mis pies con las uñas pintadas de color granate. Me dirigí a la ducha, agradecí el olor que olfateé a primera ducha en esa habitación, pues mi padre acababa de ducharse y dejó el olor de su queridísimo gel, carísimo, por cierto, que sólo puede usar él.
Dejé mis cosas encima del lavabo y me apoyé con exasperación pronunciando un largo suspiro, levanté la cabeza y me miré en el espejo, me di pena, pena de verdad, mis ojos marrones se encontraban manchados de pintura negra totalmente corrida por el sudor, mis labios rodeados de calenturas pequeñas, mi nariz empolvada y mi pelo alborotado con el flequillo que perdía completamente el sentido de la palabra.
La ducha me sentó tan bien, que decidí desmaquillarme y maquillarme otra vez, pero esta vez, un poco más presentable.
Yo siempre he pensado que maquillarse significa quererse a si mismo y confiar en que puedes estar guapa, sí, vale, muchas veces no te maquillas y estás guapísima, pero el hecho de molestarse en ponerte aún más guapa es un signo de cuidarse, de importarte a ti misma.
Cogí mi mochila de color blanco y negra con un estampado de cebra y me dirigí a la puerta.


El instituto es algo que supera mi pereza máxima, adoro los resultados, adoro aprender, adoro tener conocimientos, pero no soporto estudiar, aunque al final se me daba bien.
Este año había empezado nueva en el colegio, novata ni más ni menos, la niña nueva fiestera, guapa y cariñosa.
No me quejo de los amigos que tengo, pero repito, AMIGOS. Todas la chicas que habían allí, eran tontas o cucarachas envidiosas o niñatas despechadas por los tíos más buenos de el instituto. También había una chica que estaba siempre sola, y bueno, yo me he intentado acercar en cuatro ocasiones, y las cuatro no he obtenido ninguna respuesta. Y bueno, como en toda historia, hay un amor de por medio. Le conocí mediante mi mejor amigo. Por suerte no va a mi instituto, y digo por suerte porque no soportaría verle durante seis horas diarias y pensar que ni siquiera sabe cuál es mi apellido.
Me senté en el aula de griego junto a mi mejor amigo Manuel.
-Buenos días..- Su voz sonaba casi tan baja que me costó oírlo.
-¿Te ocurre algo?.- Realmente me preocupó.
-He discutido con Adrián y he sido yo el culpable... Y ahora quiero pedirle disculpas y explicarle todo pero no sé cómo hacerlo porque no me quiere escuchar, se desapuntó del fútbol y en persona sólo le veo si quedo con él, del messenger no sé de él porque nunca está conectado ahí, y en el tuenti tampoco me dirige la palabra... Y no sé ya qué hacer...-Casi podía ver sus lágrimas a través de su cristalino.
-Oh dios mío... ¿Pero qué ha ocurrido?- Pregunté ansiosa.Sus manos no dejaban de acariciarse la una a la otra y su mirada se mantenía baja, sus palabras sonaban muy lejanas a mis tímpanos y se le veía realmente mal. Decidió levantar su mirada para dedicármela a mí y decirme qué había sucedido.
-Pues... Que él tenía una novia, se llamaba Jéssica, y bueno, Christian y yo sabíamos que ella le ponía los cuernos con cualquiera, pero él estaba convencido de que no incluso de tanto insistirle se enfadó con nosotros, así que decidí demostrárselo, quedé con Jéssica en un descampado con la escusa de que necesitaba ayuda en un trabajo de fotografía ya que ella es fotógrafa, Christian vino conmigo para grabarlo todo, y bueno efectívamente no me costó mucho camelarla para que se liase conmigo, y bueno, después de un simple beso me fui diciéndola que era una asquerosa sin corazón. Y Christian sólo grabó el beso, así que ayer se lo puse en el móvil a Adrián... Y bueno.. No me dejó explicarle por qué me besé con ella...
-¿Qué?, o sea que ni os escuchó... Por lo tanto..
-Sí, se piensa que la he besado por que sí... Aunque supongo que no quiere creerme...
-Bueno... no sé.. Quizás podría hablar con él si eso ayudase algo...- Mierda, ¡no!, ¡no!, qué he hecho..¡!
-¿En serio?, ¿harías eso por mí?.- Sus ojos se abrieron como platos y su rostro cambió a un semblante de felicidad, no me pude echar hacia atrás.
-Sí, por supuesto, pero no le conozco bien... No tengo nada, ni su messenger, ni su tuenti y mucho menos su móvil...¿Cómo haremos para...
-Ssssssh, de eso me encargo yo.- Me cortó.

Durante las tres clases de la mañana no me dejó de rondar por la cabeza la conversación que llevaría a cabo con mi amor platónico, la belleza que tenía por humano, sólo de pensarlo me sudaban las manos.
A la hora del recreo, Manu no me dejaba de seguir diciéndome un montón de ideas y palabrejas bonitas para Adri, qué más me daban sus palabrejas si al fin y al cabo no me acordaría...
-Fanny, ¿me estás escuchando?.- Sonó molesto.
-¿Eh?, claro que sí Manu, pero es que todo esto me parece precipitado.. ¿Por qué no me dejas a mí la situación?...- No sé por qué contesté de esa manera tan defensiva.
-Ah.. ¿Quieres hablar tu con él, como quieras?, muy bien...


Cuando llegué a mi casa, lo primero que hice fue mirar fijamente el ordenador portátil.
Tenía el correo electrónico de Adrián escrita en un trocito mal recortado, arrugado y mojado debido al sudor de mis palmas. Mi mente pensaba, por qué he tenido que hacerlo, por qué, por qué yo... Aunque en el fondo lo que más deseaba en este mundo era que él dedicase un sólo segundo para mí. Que sólo me dijese "hola" porque en esa décima de segundo en el que él pronuncia esa palabra hacia mí ya me tiene en su cabeza. Sabe que existo.

Me despertó un ruido muy particular, y cuando me quise dar cuenta me había quedado dormida encima de la mesa esperando a que se conectase el condenado amor platónico. Su mensaje ponía: "Hola, ¿eres Fanny, no?, la amiga de Manu..." Me invadió tanta felicidad al sentirme reconocida por él...Yo le respondí con un "Hola, sí, esa soy yo".
El principio de la conversación salió sola.
-¿Qué quieres?, Te ha mandado Manu para resolver sus problemitas conmigo, ¿verdad?.-
Sabía perfectamente que sí, en realidad yo estaba ahí, hablando con mi amor platónico gracias al dichoso vídeo, pero si se lo decía dejaría de sonreír y de notar esta sensación de plenitud, no corría prisa, ¿no?.
-No, no, para nada, algo me ha comentado, pero no vengo por eso, es que te conozco poco y bueno, siendo el mejor amigo de mi mejor amigo (jaja) pues he pensado que podríamos conocernos del todo, ¿no?.- Me atreví a decir.
Las redes sociales con chat incorporado me parecen muy buena solución para lanzarte a decir cosas que te suponen una vergüenza impresionante y un bajón de la dignidad delante de tus compañeros. Me tiré toda la tarde hablando con él, hablando sobre sus gustos, mis gustos, sus problemas, los míos, las peripecias de la vida, y lo más bonito, del amor. Cuando miré el reloj ya era de noche y no había hablado de nada de lo que debía, esa conversación simplemente me había afirmado aún más de lo enamorada que estaba y de por qué lo estaba tan ciegamente.

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