lunes, 16 de agosto de 2010

Aquel maravilloso problema. Capítulo 3, todo encaja.


Esa noche no hablé con él, pero porque él no apareció ni por el Messenger ni por el Tuenti, no me preocupé porque el día había sido tan perfecto que nada podría quitarme la felicidad, ni siquiera él mismo.


Amanecí con rayos de sol golpeando mi cara, hacía un día espléndido, me sentía como si aquellas acciones de levantarse, vestirse, cepillarse los dientes, desayunar y despedirse de tu familia al dirigirte al mismo sitio todos los días fuesen diferentes, que todo tuviese más sentido, como si mis ganas aumentasen al hacer aquello que odiaba.

De nuevo vi a Manu y me entró otra sensación de traición y mala amiga, pero a la vez me daba completamente igual.

-Buenos días, Fanny.- me dedicó su bonita sonrisa que se me hace necesaria cada día.

-Buenos días, Manu.- le respondí con otra sonrisa.

-Oye, Fanny, por alguna remota casualidad... ¿Has hablado con Adri?, es que ayer os vi en dirección al Burguer y pensaba que habíais quedado para... en fin... Ya sabes..- Sus ojos se encharcaban de dolor.

Me sentía tan mal, realmente sí que había algo que me arruinaría la felicidad, y ese era mi mejor amigo.

-Esto... sí, hablamos de ti y esas cosas...- Mentí.

-¿En serio?.- Sus ojos se encharcaron de nuevo pero con un brillo diferente. Abrió intencionadamente los ojos de manera exagerada moviendo hacia él los dedos de su mano derecha que estaba apoyada en el respaldo de la silla verde, con intención de que le contase qué era lo que supuestamente habíamos hablado.

-Sí, bueno... Dice que está muy dolido... y... que es muy complicado todo esto, que no quiere agobiarse, y que seguramente se arreglará...- Jugaba con fuego.

-¿Qué?, me estás diciendo entonces... que él quiere arreglarlo...- dejó la pregunta en el aire.

-Bueno, yo cre...

-¡¡¡¡TOMA YA!!!!.- Su grito cortó mi frase de metedura de pata.

No conseguí advertirle de que podría estar equivocado, pues llegó el profesor de ética, Juan, que se dedicaba a leer y sólo leer el libro.


Al finalizar las clases, sentí como si algo me estuviese esperando ahí fuera, como si yo tuviese que salir para algo, como si a esta hora tuviese algo importante que hacer.

Lo descubrí cuando salí, de nuevo estaba él, mirándome, con las comisuras más altas que el everest. Me acerqué a paso lento pero lo suficiente para llegar en menos de que alguien pudiese darse cuenta de mi nerviosismo y el temblor de piernas.

-Hola.- Le saludé. Mientras disfrutaba su mirada clavada en la mía apretaba fuertemente la carpeta de color café que sostenía en mi pecho con las dos manos cruzadas.

-¿Todo bien?.- Me enseñó sus dientes perfectos.

-Claro, ¿qué haces aquí, otra vez?.- Mi voz sonó vergonzosa.

-He pensado que podríamos dar una vuelta.- De nuevo su sonrisa.

Mi mirada se desvió de sus ojos cuando vi a Manu haciéndome señas con el brazo, no conseguía desfrizar qué quería decirme, pero fuese lo que fuese tenía que darle una respuesta negativa porque se estaba acercando. Demasiado tarde, no me dio tiempo.

-Buenas...- Dijo Manu con miedo.

Adri no apartó su mirada de mí.

-Hola Manu, estábamos apunto de ir a darnos una vuelta...- Dije con ánimo de que se percatase de que tenía que irse de aquel embrollo.

-Un momento, por favor, me gustaría decirle algo a Adri...- Le dirigió la mirada a la vez que Adri apartó la suya de mí para prestarle atención.

-Rápido, que no quiero perder el tiempo.- Respondió Adri por encima del hombro.

-Verás, yo sé que ya habéis hablado de mí, y que tú ya le has dicho a ella que estás agobiado, y que aunque seguro que se arregla pues que ahora no quieres nada y... y... bueno, sólo quería decirte... Que por favor que me perdones que fue un malentendido... y...

-Espera, espera, espera, un momento, ¿que yo he dicho qué?.- Adri le cortó con su indignación.

-Pues eso, que tú lo quieres arreglar... Pero que te agob...

-¿Que yo qué?, perdona, ¿quién te ha dicho esa sarta de mentiras?.- Ambos se encontraban en un estado anímico un tanto horrible.

Entonces vi qué monstruo había creado con mis ilusiones y mi amor ciego.

-Ha sido Fanny, ella me ha dicho que llevais hablando toda la semana porque me estaba ayudando contigo... Le he dich...

-¿Quéeee?.- De nuevo le cortó, dirigiéndose esta vez hacia mí, sus ojos se componían de ira y dolor.

-Esto... yo... yo no..

-¿A caso me has mentido, Fanny?.- Manu también dirigió su mirada hacia mí, y sus ojos comenzaron a encharcarse de sufrimiento.

-Claro, claro que te ha mentido, nos ha mentido a los dos. O sea que todo lo que sentíamos, esas risas que hemos compartido era todo mentira, solo pretendías coger confianza para luego intentar comerme el coco, es eso, ¿no?.- Sus palabras me sonaban como mil agujas en el corazón.

-No, para nada... yo..

-Entonces, todo lo que me has dicho era mentira... Tú no...- Se quedó sin palabras.

-¡¡NO!!, Para nada... Yo... Esque yo... Quería ayudarte... Pero Adri me dijo que no quería hablar de ti... Y a mí... Pues Adri... Me atrae, me atrae como si de un imán se tratase... Le necesito para que mi vida sea menos monótona, y creía que todo se arreglaría más adelante, y que no era necesario hablar el uno del otro y... sólo quería disfrutar de tu compañía... yo... Siento haberos mentido...- Mis ojos se inundaron de lágrimas llenas de dolor.

-Ya, claro, ¿y por qué he de creerte yo ahora?, venga ya, eres como todas.- Todo me sonó como si me estuviesen aplastando el pecho.

-Increíble, Fanny, gracias por nada.- Manu se dio la vuelta y se fue.

- Te juro que empezaba a sentir algo, pero ya veo que todo lo que sentía era por alguien... como tú.- La misma acción de Manu, la repitío Adri.

Me quedé clavada en el suelo, mirando hacia la dirección en la que caían mis lágrimas. No podía creer que fuese todo tan fácil de perder.

domingo, 1 de agosto de 2010

Hey, no es justo.


¿Crees que es justo que me robes así el corazón?, sin consultarme, sin avisarme, sin dejarme ni siquiera una nota. Aunque... pensándolo bien, gracias a eso, estoy tan enamorada, ¿no?.

viernes, 30 de julio de 2010

Aquel maravilloso problema. Capítulo 2. Sensaciones.


Derrepente sentí consciencia en mi organismo. No necesitaba abrir los ojos para saber que ya era de día, pues notaba los rayos de sol sobre mis párpados. Cuando me levanté de la cama, hice lo que todas las mañanas hacía, la dichosa monotonía.

Llegué al instituto, notaba una angustia en el pecho, como si hubiese venido a las clases sin una tarea importante hecha.

Durante el recorrido de la entrada hasta el aula de Tecnología anduve comiéndome el coco.

Me senté al final de la clase aún preocupada y pensativa, desquiciada cada vez más.


Me encontraba recta sobre una tabla de madera que me sostenía el cuerpo entero incluyendo mi sopesada angustia.


-¿Fanny?, ¿estás bien?.- Su voz sonó como un tambor de 4 kilómetros de longitud sobre mi pequeño tímpano.

Pegué un salto de la silla, alcé la vista y derrepente me encontré en una habitación llena de recuerdos, y un gran favor que me pidió mi mejor amigo, ah, me olvidaba de la sua conciencia de mierda que empezaba a tocarme las narices.

-¿Eh?, esto... ¡Síi!, que.... ¿qué tal?.- Mi voz sonaba remotamente R-I-D-Í-C-U-L-A.

-Por qué estás tan... ¿nerviosa?.- me pilló.

-¿Yo?, no, estoy normal.- Me fui serenando a lo largo de mi sentido del ridículo.


No sabía qué decirle, cómo decirle que me he enamorado desde hace meses de su mejor amigo y casi "hermano" y que no podía ayudarle porque... porque el hecho de "tenerle lejos de él" hacía que tuviese una manera de meterme la verguenza y acercarme a lo que es el prototipo de mi felicidad. Mi conciencia me gritaba desde dentro: "¡Díselo, díselo, que ha confiado en ti maldita embustera!".

-Espera, Fanny... Tú estás así porque no has hablado con Adrián, ¿me equivoco?.- Su rostro se volvió apagado.

-No... Bueno, hablar.. sí he hablado, pero... Esque intento ir poco a poco, porque si no él ya sabrá por dónde voy y....- Hasta yo misma dejé de escucharme cuando comencé esa sarta de excusas baratas, aunque... eficaces.

-Bueno, tú verás, pero me gustaría volver ha saber algo de él antes de morirme.- Me molestó su sarcasmo.


Al finalizar las clases, que eran como un día normal, cambiando un poco mi angustia procedente del dichoso enamoramiento provocado por un "maldito" problema, aunque para mí era maravilloso, en la salida, mis ojos buscaban el aire libre, la brisa del medio día, el olor a lentejas recién hechas, la hora de irse a casa y olvidarse de angustias y sobretodo... Hablar con él.

A pesar de eso, bajé las escaleras de la entrada mirando al suelo, (normalmente soy muy torpe),y cuando me posicioné alcé la vista al frente para tomar el autobús que me llevaba a mi casa, pero algo se interpuso en mi visión, algo que relucía entre los demás, algo que tenía ojos, preciosos ojos verdes del color del océano, boca, una preciosa con labios carnosos y rosados, una cara casi perfecta.

Mi corazón dio un vuelco rápido y doloroso, pero a la vez gratificante. Mis pies no se movían, se quedaron pegados contra el asfalto. Clavé mis ojos en él, y veía como se acercaba a mí mientras hacía un gesto de saludo. Eso me alarmó y miré hacia atrás por si se lo decía a otra persona, pero todas aquellas personas que estaban detrás mía no le conocían, o eso quería creer.

A medida que avanzaba un paso mi corazón latía más y más fuerte, agarré fuertemente el libro de fantasía que me estaba leyendo, podía sentir el filo de la pasta sobre mis dedos casi haciéndome daño, pero me importaba más mantenerme en pie a poder ser después de que le tuviese a 1 kilómetro de distancia. Notaba mi cara ardiente, mis mofletes me daban calor a las sienes provocándome dolor de cabeza. Finalemente, se paró delante de mí con un gesto de alegría en la cara, y pronunció bellas palabras a mis oídos.

-Hola, Fanny.- Sus labios prolongaban una preciosa sonrisa que hacía relucir sus dientes perfectos.

No podía articular palabra, aquella actitud me estaba resultando de nuevo patética, y pensaba en mis adentros: "Fanny, le tienes delante tuya, a saber para qué, al menos pregúntale". Y así hice, de manera estúpida, pero por lo menos lo hice.

-Esto... Ho- Hola.. ¿buscas a Manu? porque si es eso te pued...- Me cortó con un dedo posado en mis labios calientes que cambiaron de temperatura cuando él los tocó.

-Vengo a por ti, ¿tienes una dieta que seguir?.- Preguntó con la sonrisa anterior fija.

-¿Qué?, no, yo no sigo esas chorradas..- Mi calma se notó sastisfactoriamente.

-¿Te vienes a comer al Mac'Donals, conmigo?.

¿¡¡¡¡QUÉ!!!!?, ¿ACASO SE ESTABA RUBORIZANDO?, esas mejillas sonrosadas y la mirada perdida me sonaban a mis amigas cuando piden condones a la farmacéutica.

-¿Fanny?, si no quieres lo entiendo, nos empezamos a conocer ayer y..- Le corté, esta vez yo con dos dedos sobre sus labios. El contacto con su piel creó una oleada de calidez sobre mi columna vertebral.

-Sí, vayamos, que tengo mucha hambre.- Le respondí a su sonrisa.


Durante el camino mi sonrisa no se quitaba de mi cara, mi corazón no dejaba de acariciarme, la conciencia no me llamaba a gritos y notaba plenitud constante.

Durante la comida igual, me sorprendió varias veces con anécdotas de él mismo.

Cuando él hablaba, todo mi mundo se paraba, todas las personas se callaban, y la habitación se reducía a cuatro paredes cercanas a nuestros cuerpos. No quería irme, no quería vaciar la plenitud.

La despedida fue más fácil de lo que creía.

-Fanny, encantado de conocerte, eres muy divertida.- De nuevo me deslumbró con su sonrisa.

-Igualmente, a mí siempre me has...- Paré en seco cuando me di cuenta de lo que estaba diciendo.

-¿Sí?.- Su paciencia me agobió.

-¡¡Que siempre me han hablado de ti!!.- Sonó tan a "excusa de meter la pata".

-Ah, bueno, supongo. Bueno, descansa, Fanny.- Sus labios enrojecidos por el frío rozaron mis mejillas calientes mientras que poco a poco apretaba para formar el beso.

De nuevo la oleada de calidez recorrió esta vez todo mi cuerpo, de tal manera que me surgió un escalofrío. Le ví alejarse entre los árboles, y yo decidí moverme despacio, intentando asimilar el milagro en el que me habían colocado casi de manera intencionada en él. Mi mente recordó que estaría en esa sarta de mensajería instantánea llamada Messenger y Tuenti y podría volver a sentir una plenitud aunque fuese momentánea.

Aquel día, no lo consideré como uno de mis días "monótonos".

lunes, 26 de julio de 2010

No.


No me imagino una vida sin ti, no quieras que me sienta orgullosa de discutir, porque te aseguro que no, lo paso mal, horriblemente mal, a veces siento que me falta el aire. Te necesito. Y lo último que deseo es perderte. Tengo pánico. Y nadie mas que tú puede aliviarme. Que ¿por qué?, porque realmente te amo. ¿Que no sabes porque me muero sin ti?, ¡PORQUE TE AMO!

Déjame respirar.


Hoy, voy a confesarte...

Que invades toda mi mente haciendo estremecer todo estímulo procedente del maravilloso corazón, ese que está acompañado de tu cariño, tu calor, y tus preciosas promesas...

Debo confesarte que te amo.

domingo, 25 de julio de 2010

Sólo tu recuerdo.


No necesito tus mensajes babosos, no, no los necesito, no necesito tus adjetivos y cumplidos hacia mi persona, no, no los necesito, no necesito que sustituyas mi nombre por un nombre ancestral, ¡no!, ¡no lo necesito!.


Me vale el recuerdo de tu perfume, de tus besos, de tu aliento sobre mi piel...


Me basta con mis recuerdos.

Círculo vicioso.


Cada latido es un segundo más de vida, igual que tus besos que les arranca la vida a la tierra para dármela a mí. Y créeme, hoy por hoy, puedo decir que soy inmortal.

sábado, 24 de julio de 2010

Aquel maravilloso problema. Capítulo 1. Monotonía.

La última vez que tuve que tomar una decisión, y que se consideraba como "dura" era elegir entre un vestido blanco roto y blanco hueso, y nada se asemejaba en absoluto a mi decisión actual.
Me invadió un picor insoportable y lo notaba extendiéndose a lo largo de mi muslo izquierdo. Sabía que era una maldita mosca. zarandeé bruscamente la pierna para intentar arrebatarle su felicidad de posarse sobre mi piel. Logré calmar el picor. Aún mantenía los ojos cerrados, estaban completamente pegados. Sonó el despertador de mi móvil con una música horrible y realmente asustadiza, había sido mi hermana otra vez que me cambió el politono.
No tardé mucho en levantarme de la cama y abrir lentamente los ojos, encajar mis pies con las uñas pintadas de color granate. Me dirigí a la ducha, agradecí el olor que olfateé a primera ducha en esa habitación, pues mi padre acababa de ducharse y dejó el olor de su queridísimo gel, carísimo, por cierto, que sólo puede usar él.
Dejé mis cosas encima del lavabo y me apoyé con exasperación pronunciando un largo suspiro, levanté la cabeza y me miré en el espejo, me di pena, pena de verdad, mis ojos marrones se encontraban manchados de pintura negra totalmente corrida por el sudor, mis labios rodeados de calenturas pequeñas, mi nariz empolvada y mi pelo alborotado con el flequillo que perdía completamente el sentido de la palabra.
La ducha me sentó tan bien, que decidí desmaquillarme y maquillarme otra vez, pero esta vez, un poco más presentable.
Yo siempre he pensado que maquillarse significa quererse a si mismo y confiar en que puedes estar guapa, sí, vale, muchas veces no te maquillas y estás guapísima, pero el hecho de molestarse en ponerte aún más guapa es un signo de cuidarse, de importarte a ti misma.
Cogí mi mochila de color blanco y negra con un estampado de cebra y me dirigí a la puerta.


El instituto es algo que supera mi pereza máxima, adoro los resultados, adoro aprender, adoro tener conocimientos, pero no soporto estudiar, aunque al final se me daba bien.
Este año había empezado nueva en el colegio, novata ni más ni menos, la niña nueva fiestera, guapa y cariñosa.
No me quejo de los amigos que tengo, pero repito, AMIGOS. Todas la chicas que habían allí, eran tontas o cucarachas envidiosas o niñatas despechadas por los tíos más buenos de el instituto. También había una chica que estaba siempre sola, y bueno, yo me he intentado acercar en cuatro ocasiones, y las cuatro no he obtenido ninguna respuesta. Y bueno, como en toda historia, hay un amor de por medio. Le conocí mediante mi mejor amigo. Por suerte no va a mi instituto, y digo por suerte porque no soportaría verle durante seis horas diarias y pensar que ni siquiera sabe cuál es mi apellido.
Me senté en el aula de griego junto a mi mejor amigo Manuel.
-Buenos días..- Su voz sonaba casi tan baja que me costó oírlo.
-¿Te ocurre algo?.- Realmente me preocupó.
-He discutido con Adrián y he sido yo el culpable... Y ahora quiero pedirle disculpas y explicarle todo pero no sé cómo hacerlo porque no me quiere escuchar, se desapuntó del fútbol y en persona sólo le veo si quedo con él, del messenger no sé de él porque nunca está conectado ahí, y en el tuenti tampoco me dirige la palabra... Y no sé ya qué hacer...-Casi podía ver sus lágrimas a través de su cristalino.
-Oh dios mío... ¿Pero qué ha ocurrido?- Pregunté ansiosa.Sus manos no dejaban de acariciarse la una a la otra y su mirada se mantenía baja, sus palabras sonaban muy lejanas a mis tímpanos y se le veía realmente mal. Decidió levantar su mirada para dedicármela a mí y decirme qué había sucedido.
-Pues... Que él tenía una novia, se llamaba Jéssica, y bueno, Christian y yo sabíamos que ella le ponía los cuernos con cualquiera, pero él estaba convencido de que no incluso de tanto insistirle se enfadó con nosotros, así que decidí demostrárselo, quedé con Jéssica en un descampado con la escusa de que necesitaba ayuda en un trabajo de fotografía ya que ella es fotógrafa, Christian vino conmigo para grabarlo todo, y bueno efectívamente no me costó mucho camelarla para que se liase conmigo, y bueno, después de un simple beso me fui diciéndola que era una asquerosa sin corazón. Y Christian sólo grabó el beso, así que ayer se lo puse en el móvil a Adrián... Y bueno.. No me dejó explicarle por qué me besé con ella...
-¿Qué?, o sea que ni os escuchó... Por lo tanto..
-Sí, se piensa que la he besado por que sí... Aunque supongo que no quiere creerme...
-Bueno... no sé.. Quizás podría hablar con él si eso ayudase algo...- Mierda, ¡no!, ¡no!, qué he hecho..¡!
-¿En serio?, ¿harías eso por mí?.- Sus ojos se abrieron como platos y su rostro cambió a un semblante de felicidad, no me pude echar hacia atrás.
-Sí, por supuesto, pero no le conozco bien... No tengo nada, ni su messenger, ni su tuenti y mucho menos su móvil...¿Cómo haremos para...
-Ssssssh, de eso me encargo yo.- Me cortó.

Durante las tres clases de la mañana no me dejó de rondar por la cabeza la conversación que llevaría a cabo con mi amor platónico, la belleza que tenía por humano, sólo de pensarlo me sudaban las manos.
A la hora del recreo, Manu no me dejaba de seguir diciéndome un montón de ideas y palabrejas bonitas para Adri, qué más me daban sus palabrejas si al fin y al cabo no me acordaría...
-Fanny, ¿me estás escuchando?.- Sonó molesto.
-¿Eh?, claro que sí Manu, pero es que todo esto me parece precipitado.. ¿Por qué no me dejas a mí la situación?...- No sé por qué contesté de esa manera tan defensiva.
-Ah.. ¿Quieres hablar tu con él, como quieras?, muy bien...


Cuando llegué a mi casa, lo primero que hice fue mirar fijamente el ordenador portátil.
Tenía el correo electrónico de Adrián escrita en un trocito mal recortado, arrugado y mojado debido al sudor de mis palmas. Mi mente pensaba, por qué he tenido que hacerlo, por qué, por qué yo... Aunque en el fondo lo que más deseaba en este mundo era que él dedicase un sólo segundo para mí. Que sólo me dijese "hola" porque en esa décima de segundo en el que él pronuncia esa palabra hacia mí ya me tiene en su cabeza. Sabe que existo.

Me despertó un ruido muy particular, y cuando me quise dar cuenta me había quedado dormida encima de la mesa esperando a que se conectase el condenado amor platónico. Su mensaje ponía: "Hola, ¿eres Fanny, no?, la amiga de Manu..." Me invadió tanta felicidad al sentirme reconocida por él...Yo le respondí con un "Hola, sí, esa soy yo".
El principio de la conversación salió sola.
-¿Qué quieres?, Te ha mandado Manu para resolver sus problemitas conmigo, ¿verdad?.-
Sabía perfectamente que sí, en realidad yo estaba ahí, hablando con mi amor platónico gracias al dichoso vídeo, pero si se lo decía dejaría de sonreír y de notar esta sensación de plenitud, no corría prisa, ¿no?.
-No, no, para nada, algo me ha comentado, pero no vengo por eso, es que te conozco poco y bueno, siendo el mejor amigo de mi mejor amigo (jaja) pues he pensado que podríamos conocernos del todo, ¿no?.- Me atreví a decir.
Las redes sociales con chat incorporado me parecen muy buena solución para lanzarte a decir cosas que te suponen una vergüenza impresionante y un bajón de la dignidad delante de tus compañeros. Me tiré toda la tarde hablando con él, hablando sobre sus gustos, mis gustos, sus problemas, los míos, las peripecias de la vida, y lo más bonito, del amor. Cuando miré el reloj ya era de noche y no había hablado de nada de lo que debía, esa conversación simplemente me había afirmado aún más de lo enamorada que estaba y de por qué lo estaba tan ciegamente.

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